Lorca va sobre el tiempo, flotando como un velero, flotando como un velero.
A veces te encuentras con escritores de paso, que te llevan de la mano; otras veces con escritores fugaces que apenas percibes en la página... Sin embargo, el escritor que va a aparecer en las siguientes líneas no es un ave de paso, es uno que sobrevuela las montañas como un halcón orgulloso o baja a las profundidades del mar como un bello delfín. Cada vez que se pronuncia el nombre de este escritor resuenan en la lejanía campanas y disparos: Federico García Lorca. Se pueden sacar de sus líneas tantos y tantos sentimientos, como un pozo del que cada vez que sacas el cubo encuentras un nuevo color o sabor. Caminando por el sendero verde de la flora que se hondea con el viento a favor de la muerte, Federico se rodeaba de todo tipo de insectos forjados por la luz de la Luna. Quizás es verdad que no fuese la Luna, sino los insectos quienes alumbraban el camino, como un remolino de luciérnagas fieles al color de sus cuerpos y fieles a un destino casi predestinado por los tiempos. Nos ...