Sin tu latido


      Hay artistas que componen una canción y son buenos. Hay artistas que componen una canción que perdura en el tiempo y la distancia y son mejores. Pero los hay que te acompañan toda una vida, poniendo alma y sentimiento en cada letra, esos son los imprescindibles. Aute era de estos últimos. Él. El de la locura que todo lo cura. El que solo pasaba por aquí, a veces a las cuatro y diez. El de la belleza. El canalla.
     Hace un tiempo leí que si Aute no existiera, habría que inventarlo. Inventarlo para que con su música nosotros nos inventáramos un mundo mejor. Un mundo más justo. Un mundo para soñar. Para intentar encontrar e inventar rosas en el mar. Recordar hoy sus canciones es precisamente eso, querer vivir en un mundo más libre y más bello. Cerrar los ojos y ver cómo sus letras y su música han formado parte de muchos momentos de tu vida. Y con su tono de voz. Qué serenidad transmitía siempre. Parece que cantaba en medio de un halo de paz y tranquilidad. Él, su voz y una guitarra. No hacía falta más. Sensaciones acompañadas de ese aire descamisado con el que siempre se le ha caracterizado, al igual que Machado y su torpe aliño indumentario. Los dos, poetas amantes de la bonhomía y de la libertad.
     Aute cantó a la vida, pero sobre todo al amor. Y al desamor. Creía que el amor era un invento del ser humano, al mismo tiempo que un milagro. Si no hemos pedido venir a este mundo, pero estamos aquí, tiene que haber algo que lo haga bonito. El amor tiene que justificar esta vida, afirmaba. Y por eso Aute prefería siempre amar, amar. Y cuánto nos ha permitido amar a nosotros con él.  Qué terriblemente absurdo es estar vivo sin un cuerpo que lata, que sienta. Y, de nuevo como Machado, buscaba en los seres humanos la compañía, el diálogo, la palabra. El tiempo vivido y compartido. Es por eso que no le gustaba la soledad, pero la soledad no elegida. Qué ironías del destino. Él, que quería que la muerte lo pillara pintando, o en un escenario, se nos ha ido poco a poco sin poder hacer lo que más le gustaba.  Seguiremos tratando de entender este mundo con tu recuerdo, tu poesía, tu música, tu arte.
     Desde hace un tiempo sentíamos que te estábamos perdiendo y presentíamos que vendría la noche más larga. Pero queríamos que no nos abandonaras. Puede que desde hace algún tiempo tú también temieras a las madrugadas. Y lo presintieras. Presentías la noche más larga. Y nos has abandonado. Aute nuestro, al alba.

Fdo: Elena Monasor

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Comentarios

  1. Que triste la sensación de que eso que te ha acompañado a lo largo de tu vida se marche sin despedirse. 😢 Me he emocionado pensando en todos los artistas que se han ido sin hacer lo que tanto les gustaba. Gracias por mostrarnos un poco de lo maravilloso que era esta persona.

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  2. Oooooohhhh rubia. Qué cosas tan lindas le has escrito a don Luis Eduardo Aute. Yo solo sé que Bertolt Brecht no tuvo el placer de conocerlo, porque si no habría empezado con las mismas palabras con las que tú has empezado.
    No se ha ido y se nos ha quedado, se nos van quedando tantas cosas, mi rubia, se nos van y se nos quedan tante gente GRANDE, no sé, son días extraños.
    Hay golpes en la vida tan fuertes... yo no sé. Yo siempre que pienso en él recuerdo una canción fúnebre, Rito de agujeros y cipreses, y esa siempre fue mi canción de Aute, pero la que siempre me ha desvalijado por dentro es aquella en que decía tan sutilmente

    "De alguna manera tendré que olvidarte por mucho que quiera, no es fácil, ya sabes. Me faltan las fuerzas, ha sido muy tarde y nada más".

    Y ahora, si alguien tiene cojones, que lo explique mejor, que aquí lo espero.

    Mira, se nos van y se nos quedan y nos dejan mucho en este mundo cada vez más pequeño e insulso. Y como diría mi gran Roque Dalton, aquel que te leí en las condiciones que tú sabes una noche en las aguas calientes de unas caras asiáticas:

    "Los muertos están cada días más indóciles.
    (...) Me parece que caen en la cuenta
    de ser cada vez más la mayoría"

    Te quiero, mi rubia. No lo llores, que se queda.

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  3. Qué emotivo este mensaje inundado de cariño e impotencia por la fugacidad de una vida. Un grande cargado de logros y arte a sus espaldas. Su nombre retumbará por las callejuelas y aún sin quererlo estará.

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  4. Se ha ido sin hacer ruido, por todo el ruido que ya había fuera, y sin embargo se ha hecho inmortal con todo lo que ha salido de su mente y de sus manos. Las personas como él siempre nos dejan demasiado temprano por mucho que duren. Qué pena, pero qué arte.

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