VACUNA MUSICAL

Me atraparás al vuelo y nunca a la pared y si me dejas aire en tus líneas dormiré.

El Poeta Halley, Love of Lesbian.

Esta canción es la canción más triste y a la vez esperanzadora que he escuchado nunca, y también la más bonita.

Existe una historia, como con todas las cosas que de verdad marcan muy profundo, forjada desde el primer momento en el que esa voz apareció por casualidad en mi vida, y guardada tan adentro que solo yo podría comprenderla aun si la intentase expresar con palabras. Es de esas canciones que puedes enlosar a cualquier momento y a cualquier historia, y con la que llorarías con solo escuchar la letra si de verdad la sientes.

Creo que es de las pocas canciones que no me he cansado de escuchar desde su descubrimiento, que atesoro envuelta en algodones como si fuese algo que se pudiese marchar de mi vida y que forma tan parte de mí como cualquier extremidad de mi cuerpo. De hecho, nunca he intentado clasificar este tipo de música (la de Love of Lesbian primordialmente) en un género concreto; es más, creo que, de intentarlo, sería incapaz, puesto que los sentimientos que es capaz de transmitir y que dan vida a sus canciones son completamente independientes de todo lo demás que pueda etiquetarla. También me da un miedo atroz el hecho de no dejar de escucharla, por si acabo gastando de nuevo todo lo que es capaz de darme tan solo con las primeras notas, y la escondo para evitarlo, quizá sin saber que el deterioro de mis sentimientos no es por la canción, sino por el tiempo.

Esta canción, y también este día, es un tributo a todas las que bien saben el camino de sus sentimientos plasmados en papel y no conocen otro modo de expresarlos, las que llevan por dentro a Halley, aun sin saberlo, las que usan y acogen las palabras abandonadas, ya siendo sucios verbos abandonados por un creído sujeto que prescindió de su predicado, con diéresis de colores asemejando diademas, con acentos olvidados, haches mudas que sueñan con poner el grito en el cielo, adjetivos trastornados, adverbios muertos de frío o pronombres enjaulados, soñadores con ser la sombra de un niño.

Paula Hernández Domínguez.

Un destello luminoso te arranca la fatiga arraigada. Un canto leve surgido de una placentera garganta.

Sientes la iluminación propia del éxtasis y te aturde una leve fragancia que solo Santi Balmes es capaz de suscitar. Cantada por y para elevar tu presencia a un nivel atractivo pero feroz al mismo tiempo. Letras escogidas al vuelo con débiles redes que al moldearse originan palabras, palabras sutiles. Palabras arrinconadas que sufren el desamparo en sus propias carnes. 

Me recuerda al vuelo de un pájaro libre. Un aleteo implacable que surca ciudades. Que no está atormentado por la presión humana. La canción es pura magia enfrascada que te inunda la conciencia. Imaginación sin cargos.

Las palabras relatadas por Serrat no dan lugar al desorden, sino al suspiro fresco. Están tratadas con sumo cariño y parecen alimentadas con leche materna. Siento mi piel erizada con cada sonido producido por Serrat y sonrío al descubrir que los vocablos tienen vida. Los verbos respiran sucios de tanto actuar y los adjetivos trastornados de tanto delinear.

Este grupo es una auténtica maravilla y cada uno de sus integrantes unos prodigios que saben manejar la música para que la multitud practique el sentimiento libre de amar, amar sin límites ni miedo, amar por amar y, sobretodo, amar sin ánimo de lucro.

Y recuerda... a brillar que son dos sílabas.

Saray Peñarrubia Plaza.