UN DÍA MÁS ES UN DÍA MENOS

     Hoy en Iniesta, a día 09 de abril del año 2020, nos encontramos toda España en una situación de confinamiento a causa del COVID 19, para mí y para algunos miembros de mi familia es el día 28 de aislamiento, que se dice pronto. Hace apenas un mes nos encontrábamos toda España en una situación de auténtico estrés, ya sea por el trabajo, por los estudios, por la pobreza, por la economía, por la política…. Y actualmente ese estrés se ha convertido radicalmente y se ha expuesto por y para la salud de todos los ciudadanos. En mi humilde caso, mis nervios, mi incertidumbre… era a causa de esa última semana de máximo esfuerzo tras cada trimestre, que todos los estudiantes recordaremos para nuestros "siempres", la cual todos tenemos como primordial objetivo finalizarla lo mejor posible; y en la actualidad dicho estrés llega a mi vida por no saber el porqué de todo esto, el hasta cuándo, el qué pasará después, el cómo será mi vida y en qué cambiará y una infinidad de preguntas sin ninguna respuesta concreta.
  
     Cuando comenzó todo esto, yo pensaba que iba a ser cosa de un par de semanas, las cuales nos vendrían muy bien para reflexionar, descansar, pasar tiempo en familia y muchas cosas más, pero a la finalización de cada día, de esa noticia del telediario con más y más aspectos negativos, con esas ampliaciones de plazos de confinamiento, con cierres de empresas, con los famosos ERTES, etc ya no me hacen pensar lo mismo.
  
     Justamente en esta semana, yo como cada año, debería de estar sacando mi traje de nazarena de la cofradía “Oración del huerto”, preparándome cada noche para salir en procesión y disfrutando al máximo de la Semana Santa y, por el contrario, hoy Jueves Santo me encuentro en casa, sin hacer nada de lo que he dicho anteriormente.
   
     Bueno, ahora vamos a lo verdaderamente importante y a lo que siempre recordaré por muchos años que pasen y podré contárselo a mis descendientes, conocidos, etc y siempre con la cabeza muy, muy alta y llena de felicidad y de conocimiento. Me refiero al día más importante de cada año en mi vida, mi cumpleaños y en este caso mis 17 años en este mundo a veces injusto. Este día será durante todo este año, durante este confinamiento y durante muchos años más, el día más feliz, emocionante y emotivo para mí por varias cosas. En primer lugar, gracias a aquellas personas que dedicaron un poquito de su tiempo para sacarme una sonrisa, una lágrima y hacerme sentir única, especial e imprescindible por unos instantes. En segundo lugar, por un recuerdo muy especial que todavía perdura en las memorias de varios miembros de mi familia, e incluso en la mía por haber sido contado. Este hecho fue mi aislamiento por mi nacimiento prematuro, lo cual trajo varias lágrimas en este día y recuerdos un tanto tristes, que he podido experimentar y vivir por segunda vez en mejores condiciones de salud y siendo consciente, después de 17 años, algo que jamás habíamos pensado ni mi familia ni siquiera yo misma. En tercer lugar, se encuentra el momento mítico en mi familia de cinco, de cantar el cumpleaños feliz y soplar las velas, ese momento que este año, por las circunstancias que estamos viviendo se hizo más de rogar y fue menos unido físicamente por esa dichosa distancia prudencial que estamos viviendo en mi casa, a causa del trabajo en el exterior de una de mis hermanas, la cual en su momento, por prudencia, decidió como en tantas otras familias, perder el contacto directo con nosotros justo al llegar a casa. Es decir, entrar en el salón, pasar un rato todos juntos, hablar de cómo ha ido el día , acudir al baño directamente antes de saludarnos a cada uno de nosotros y después hacer lo que antes realizaba nada más llegar de trabajar después de todo el día sin vernos, por tanto, este hecho el día de mi cumpleaños es algo peculiar y diferente.
   
     Por último y para nada menos importante, sino todo lo contrario, se encuentra la felicitación más deseada, bonita, empática, cariñosa e importante por parte de unas de las personas más queridas para mí, como lo son mis abuelos, tanto paternos haciéndome llegar toda su fuerza y valentía desde allí donde están, como de los maternos, ellos me felicitaron de la forma menos deseada, surrealista, extraña, dolorosa, a la vez de emocionante, cariñosa y emotiva que nunca me habría imaginado; a través de una ventana que dividía nuestro corazón en dos, en la cual días anteriores yo misma tuve que felicitarla a ella también por su cumpleaños, con el recibimiento en ambas ocasiones de esas palabras tan sumamente humildes y cariñosas de: “Ay, hija mía,  ¡qué duro es esto para nosotros con nuestra edad, de no poder abrazar a nuestra nieta!. Dios quiera que acabe esto pronto y celebremos nuestros cumpleaños”. Estas palabras en tiempos de cuarentena, fueron, son y serán para siempre las más bonitas y deseadas que me podrán decir en muchos años más. 
   
     Y sí, he querido resumir este confinamiento casi que únicamente en este día porque fue, es y será el mejor de todos de esta cuarentena, el más emotivo, bonito y por supuesto positivo, algo que me hace pensar que no hay mal que por bien no venga y que Dios aprieta, pero no ahoga.
  
     Pensemos que un día más es un día menos.



Lorena Martínez Risueño

Comentarios

  1. ¡Qué mona que eres Lorena! Me alegro de haber podido participar en ese día tan especial, a pesar de la distancia. Sin embargo, cuando todo esto acabe tengo pensado darte un achuchón enorme. Y como siempre te digo, eres ¡PERFECTA, UNA AUTÉNTICA MARAVILLA!

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  2. Qué bonito, Lorena. Cuando podamos vernos celebraremos esta vuelta a la vida por todo lo alto. Tú lo haces cada cumpleaños, gracias por relatárnoslo y por transmitirnos tantas cosas positivas. ¡Muack!

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