Roce y cosquilleo

Oigo el tintineo en mi ventana de tu presencia al visitarme. En los días oscuros te retrasas por el tormento de las nubes negras y la furia del viento que constantemente te azota sin escrúpulos. Soy egocéntrica porque necesito tu fuego azul, pero aún más, tu silbido atrevido.

Antes de conocerte sentía un declive alborotado en la nuca. Pensaba en agujeros de papel quemados por el cristal y soñaba con gigantescos lápices que surcaban las nubes para dibujarlas y contentar así a mirones que las vislumbraban para enamorarse. Antes de ti no veía a través del espejo ni de la mirilla de la puerta porque estaba fatigada pensando en la carrera que me tocaría. Antes, me agobiaba en mi buhardilla multicolor porque era inapetente. Antes, reía sin motivo para contentar a mi cerebro y porque no saboreaba el placer de tu ala. Antes era antes.

Siento cosquillas en el pie que no agradan a los ñoños pero también en los dedos que molestarían hasta a un difunto. Las anáforas están cansadas de entrometerse entre los sujetos sin predicado.

Te estoy retratando con palabras porque mi mano es incapaz de mirarte a los ojos. Fuera llueve y sigues clavando tu pupila pigmentada en mi lunar izquierdo porque es el más leve, el más intenso.

Algún día te rogaré que no regreses jamás porque me estoy cansando de tu tintineo. Ahora solo sueño con conos de helados que se derriten por el maldito sol. Las mariposas hace mucho tiempo que se cansaron de ti porque les robabas la frescura.

Pasan los días más graves y regresas abrumado y dolido con la luna porque la otra noche no te alumbró la senda misteriosa donde te cegaron. No me gusta tu actitud porque me hace débil, me hace pequeña. Retumbas por todo el gallinero hasta incluso por la cuadra abandonada sin dar señales de vida porque el ego te ha manejado a su antojo sin que tengas libertad morada o verde.

Ya va siendo hora de que duermas, duerme aquí, en mi mano, que yo te protejo del viento huracanado que desea agujerearte la conciencia y del sol depravado que un día te vio nacer como a todas las criaturas que naturaleza son. Te acariciaré livianamente porque estás roto en mil pedazos y no podrás navegar por los árboles. Duerme, duerme pequeño pajarillo.


Saray Peñarrubia Plaza


Comentarios

  1. Has logrado llevarme a un lugar mágico con tus palabras. ¡Brutal!

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    1. Ay, cuanto me alegro de transportarte a mi mundo.

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    2. Como Paula, he cerrado los ojos y me ha envuelto la magia. La magia de tus palabras, de cada línea, de cada verbo bien colocado, de ese viento huracanado que te revuelve la conciencia, de ese pajarillo... ¡Gracias!

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